ACTO 1
Escena 1 ( están dentro Silvio y Pulcinella)
Silvio: Tiene los ojos más bellos.
Pulcinella: Los labios más carnositos.
Silvio: Las manos más tersas.
Pulcinella: Las orejas más lindas.
Silvio: La sonrisa divina
(suspiran y al unísono)
Silvio: ¡mi Flaminia!
Pulcinella: ¡mi Rosetta!
Silvio: ya las veremos pronto Pulcinella, regresando de Padua.
(Salen y entran Flaminia y Rosetta)
Flaminia: ¡Anda Rosetta! Y no te tardes que muero de ganas por saber se mio Medoro Gentile me ha escrito.
Rosseta: Ojalá haya una carta para usted donde le diga que viene de regreso srita. (para ella) así yo vería también a mi Pulcinella.
(Salen)
Escena 2 (Orazio y Coviello entran de entradas opuestas)
Orazio: (para sí mismo) Flaminia, Flaminia, Flaminia, Flaminita dulce voz, yo te amo y tú ni siquiera me miras, yo te idolatro y tú ni de mi existencia te percatas, ¿qué puedo hacer?
Coviello: (para sí mismo) Rosetta, hermoso nombre el tuyo, como el de una flor a la que opacarías con tu belleza, pero sabiendo de esa belleza, también eres orgullosa como aquella flor; te miro y te volteas, te busco y tú me ignoras.
Orazio: (escuchando a Coviello) ¿Sufre usted por una dama?
Coviello: Así es, por una muy agraciada que no se fija en mí.
Orazio: Yo sufro por lo mismo pero nada encuentro por hacer. Mi doncella vive aquí y responde al nombre de Flaminia.
Coviello: ¡Oh! Es el ama de Rosetta, mi amor. ¡Mírela! ¡Ahí viene!
(Entra Rosetta muy apurada)
Escena 3
Rosetta: ¡Señorita, señorita! No hubo carta para usted…(para sí misma) ni noticias para mí.
Coviello: (acercándose) Buen día cara, ¿aceptas una flor de un pretendiente tuyo? ¿o quizá una invitación a salir? ¿o una propuesta de matrimonio? ¡di que sí!
Rosetta: Hágame favor de no molestarme más caballero.
Orazio: (a Rosetta) Disculpe señorita, ¿ayudaría usted a este enamorado a obtener los favores de su ama? Esque yo la amo.
Rosetta: Imposible señor, imposible ni que fuera mensajera suya. Pero puede hablarle usted mismo ahora que le informe yo que no ha habido carta de su amado.
(Rosetta toca a la puerta de la casa del Dottore, de la que sale Flaminia)
Escena 4
Flaminia: (desesperada) ¡Rosetta, mujer, la carta!
Rosetta: Lo siento señorita pero no hubo carta hoy.
Orazio: (acercándose a Flaminia) No ponga por favor esa cara de tristeza, probablemente el joven del que usted espera noticias ni siquiera lo merezca, ¿qué le asegura a usted que no la ha olvidado, que no está con otra? Eso puede ser muy probable estando él tan lejos. En cambio yo estoy aquí, junto a usted y completamente dispuesto a lo que sea para verla sonreir, ¿gusta dar un paseo?
Flaminia: Dispuesto a lo que sea eh, ¡pues entonces déjese de paseitos y de molestarme más!
(Ella y Rosetta entran a la casa y le cierran la puerta a Orazio en la cara)
Orazio: No nos aceptarán por nada.
Coviello: Entonces, ¿no hay manera de que sean nuestras?
Orazio: No, no la hay. No mientras estén perdidas por otros.
Coviello: Oiga, ¿y si esos otros…no estuvieran disponibles para ellas ya?
Orazio: Pero eso no depende de nosotros.
Coviello: ¿Por qué no? Esperan una carta, yo podría traerles esa cara con noticias que nos convengan. Como una boda de sus amados con alguien más. ¿Cómo ve?
Orazio: Me gusta me gusta la idea, vayamos a escribir dicha carta.
(Salen)
Escena 5
Dottore: (entrando) Sí, a mi lado, su hija Lavinia será feliz. Y como no había de serlo con un hombre tan sabio como yo, con todo lo que aprendí en la grandiosa Universidad de Bologna: latín, griego, historia, lingüística y retórica.
Magnifico: Sí sí, claro, lo que usted diga, pero no olvide el trato hecho. Si quiere a Lavinia, debo tener a Flaminia. Así es como funciona el mundo, por medio de tratos, de intercambios, de negocios.
Dottore: Negocios, es todo lo que usted conoce. ¡Claro! ¡Como no estudió! No sabe más del mundo. Pero yo que fui a la Universidad, podría enseñarle muchas cosas a usted mercader.
Magnifico: Pues con eso “poco” que sé he hecho toda mi fortuna de la que bien vivo y me sobra. En cambio sus estudios ¿de qué le han servido? No hacen dinero alguno.
Dottore: Bueno, no discutamos más, hágame favor de hablarle a mi prometida Lavinia.
Escena 6
(Magnifico toca la puerta de su casa. Sale Lavinia)
Dottore: Lavinia adorada, mi Lavinia, conmigo conocerás el mundo entero, el mundo más allá de los negocios.
Lavinia: (sorprendida) ¿De qué habla?
Magnifico: Hija mía, te he prometido con el señor. No te preocupes por mí, su hija será mi esposa y me cuidará.
Lavinia: ¿Y tú qué dijiste? Yo la prometí, ella acepta y punto ¿no? Pues olvídalo. Ya te he dicho que no cuentes conmigo para tus negocitos.
(Azota la puerta dejándolos afuera)
Magnifico: Es algo terca pero tendrá que hacer lo que yo le diga. No la traje al mundo para que se divierta, tiene que ser algo útil. Veamos a mi prometida.
Escena 7
(Dottore toca la puerta de su casa, Sale Flaminia)
Flaminia: (emocionada) ¡¿Carta?! (decepcionada) Ah no, eres tú padre. Dime, ¿qué quieres?
Dottore: Mi muy pretendida hija tengo el honor de presentarte a tu prometido. (refiriéndose a Magnifico)
Flaminia: Lo siento padre, tú sabes que yo te obedecería en todo, pero contra mi corazón yo no puedo y sabes que éste le pertenece a mio Medoro Gentile así que espero puedas disculparme con este señor.
(cierra la puerta dejándolos afuera)
Dottore: Y estas niñas ¿qué se han creído? ¡Las dos nos han rechazado! Pero ¡a nosotros! A nosotros ilustres hombres que podemos darles todo lo aprendido durante nuestra vida que ya es más larga.
Magnifico: ¡Y seguridad económica hombre! Que eso no cualquiera les ofrece. Ya cambiarán de opinión, tendrán que hacerlo.
Dottore: ¡Por supuesto que sí.!
Magnifico: Ande, vamos a escribir el contrato matrimonial.
Escena 8
(Salen Rosetta y Flaminia)
Flaminia: ¿Tú crees? Yo entregarle mi vida y mi amor a un perfecto desconocido. Además de que se le veía bastante grande ya, por no decir viejo. Digo, ni que estuviera tan fea que no tuviera de otra. No, yo espero a mi amor.
Rosetta: Y con toda la razón señorita, su padre no puede decidir por usted ese tipo de situaciones. No, no y no. Yo la apoyo. Usted está en todo su derecho de quejarse. Además ¡mire! ¡ahí viene un mensajero! Quizá sea carta para usted.
(Entra Coviello disfrazado de mensajero)
Coviello: ¿La señorita Flaminia?
Flaminia: Soy yo.
Coviello: Ah, esta carta es para usted, viene de Padua.
(Flaminia abre la carta y la lee para sí)
Rosetta: ¿qué dice, qué dice?
Flaminia: Que…Silvio…y su criado… Pulcinella se han… ¡casado con unas damas allá en Padua!.
Rosetta: Pero ¿¡por qué!? ¡¿por qué?! Él decía que me amaba.
Flaminia: Pues te mintió igual que a mí Silvio porque de habernos amado no nos habrían cambiado…
Rosetta: Pero esto no se queda así ¡oh no! Yo me vengaré, me vengaré. Y usted debería hacer lo mismo señorita.
Flaminia: Sí ¿verdad? Pero ¿cómo?
Escena 9
(Entran Magnifico y Dottore)
Flaminia: ¡Ah ya sé como! (a Dottore) ¡Papá, papá! Lo estuve pensando mejor y, aceptaré casarme con quien has dispuesto. (a Magnifico) Señor, me honrará ser su esposa.
Dottore: Lo ve, le dije que Flaminia entraría en razón, si yo conozco bien el comportamiento humano, llevo muchos años estudiándolo. Vaya a ver a la bella Lavinia, yo creo que viendo a Flaminia, seguirá su ejemplo.
(Magnifico toca la puerta de su casa y sale Lavinia)
Escena 10
Lavinia: Dime padre.
Flaminia: (a Magnifico) Yo me encargo. (a Lavinia) Mujer, yo como tal entiendo tu posición de no quererte casar con un hombre al que ni siquiera conoces, al que escogieron por ti, que quisieras casarte con alguien a quien amaras. Pero por experiencia te digo que a quien amas te decepciona y te deja fácilmente, que creo que mejor nos conviene estar con quien nos quiere.
Lavinia: Te escucho y suenas muy convencida. Yo te vi locamente enamorada y dispuesta a todo por tu amor. Algo muy grave debió hacerte para dejarte en este estado así que seguiré tu consejo. (a Dottore) Señor, acepto ser su esposa, no con mucha alegría y un poco contra mi voluntad pero acepto.
Escena 11
(entra Coviello)
Coviello: Yo pasaba por aquí y de casualidad escuché las buenas noticias de próximos matrimonios y pensé que ya que habrá tantos, uno más no estaría mal. (a Dottore) Señor yo quiero pedirle en matrimonio a la doncella de su hija.
Dottore: Si ella acepta por mí no hay problema.
Rosetta: (para sí misma) Esta será buena venganza. (a Coviello) Acepto pues señor este honor.
Magnifico: Bueno, pues todo listo está, no hay más que decir. ¿Flaminia, deseas conocer lo que será tu hogar?
Flaminia: Sí señor.
(Magnifico, Flaminia, Coviello y Rosetta entran en la casa de Magnifico, Dottore y Lavinia entran a casa del Dottore)
Escena 12
(Entran Silvio y Pulcinella)
Pulcinella: ¡De vuelta en casa! ¡A ver a mi amada!
Silvio: Lo merecemos Pulcinella, lo merecemos. Después de tanto estudio lo que más deseo es ver a Flaminia pero primero a saludar a mi padre.
(Toca la puerta de Magnifico)
Escena 13
Magnifico: ¡Hijo mío! (abraza a Silvio) ¡qué alegría verte! ¡oh! Hoy es un día lleno de dichas, maravilloso, maravilloso. Debes enterarte de todo de una vez para que compartas la alegría conmigo.
Silvio: ¿De qué se trata papá?
Magnifico: Me caso, me caso. Debes ver a mi bella prometida. ¡Mujer, mujer! Ven a que te conozca mi hijo por favor.
Escena 14
(Sale Flaminia y al verla, Silvio se desmaya)
Magnifico: Pero, ¿qué le ha pasado? Tal vez el cambio de clima. Dicen que Padua es más frío que aquí. Lo llevaré dentro.
(Carga a Silvio y entra a la casa con Flaminia)
Escena 15
(Entra Coviello)
Coviello: ¡Pulcinella! ¡amigo mío! ¡qué gusto verte! ¿cuándo volviste? No importa, no importa. Estás de regreso y eso me alegra realmente. ¡Oh debo contarte! Me caso, me caso con la mujer de mi vida.
Pulcinella: (para sí) ¿qué todo mundo en este lugar se casará? (a Coviello) ¡Qué gusto me da oir esa noticia! ¿y quién es esa mujer?
Coviello: Te la presentaré, en cuanto la veas te vas a sorprender, te vas a sorprender con su belleza. Es algo orgullosa pero encantadora, encantadora.
(Coviello toca a la casa de Magnifico y sale Rosetta)
Escena 16
Coviello: Aquí está, mi hermosa prometida. Rosetta, mi vida sólo quería que te conociera este caballero, amigo mío.
(Voltea a ver a Pulcinella y lo encuentra desmayado)
Coviello: Se lo dije, se lo dije. Le dije que se desmayaría al verte. Vamos, metámoslo a la casa por favor.
(Lo meten)